La semana pasada estaba con ganas de hacerme a la aventura, me paré frente a la biblioteca a ver qué libros tenía para concretar mi deseo. Por diversas razones, tengo en mi biblioteca muchos libros que todavía no leí. Eso, a veces, puede convertirse en una buena noticia.
Encontré Lord Jim y dije: adelante. Pocas páginas después, la traducción españolísima me hizo imposible la lectura. Esta una novela de aventuras en el mar y si a la terminología naval tengo que sumarle una lista de palabras que ni siquiera los españoles siguen usando, la lectura se convierte en un infierno.
No me quiero ir en detalles, pero pensé: Joseph Conrad, autor de Lord Jim murió en 1924, si a eso le sumo 70 años que son los que tienen que pasar para que la obra de autor sea libre de derechos, me da 1994. Por lo tanto, era posible que, si el libro se tradujo al español dentro los cinco años de publicado en inglés, podría tener también una traducción libre de derechos.
Busqué y busqué pero nada encontré. No hay una traducción libre de derechos de Lord Jim, sí está el original para descarga en mil y un lugares, incluso en Amazon y en forma gratuita, pero ninguna versión en español.
¿Cuál es la reflexión? Bueno, precisamente, aunque el catálogo de libros en español publicados en formato electrónico todavía es muy menor, está centralizado en las novedades: es decir, en los libros que se publican hoy, quizás hay algunos con un par de años, pero nada más. Esto está estrictamente relacionado con algunos problemas de la industria editorial, que no vamos a tocar acá, pero si podemos pensar y patalear sobre qué pasa con esos libros valiosos tanto o más que los que publican hoy y quedan fuera de los estantes virtuales. Hay un espacio vacante para quien quiera publicar (y comercializar) esos libros clásicos que hoy están fuera de los catálogos digitales, solo hace falta que un editor entusiasta lea este post chiquitito y se ponga manos a la obra.