Un ejemplo: 350 páginas en libro papel vs un Kindle
Ya pasaron los días en que me podía sentar en un sillón a leer tres, cuatro, seis horas de corrido hasta terminar el libro tenía entre las manos. Ya pasaron hace mucho, porque creo que habré podido hacerlo por última vez a los diecisiete años.
Ahora importa cuántas páginas tiene un libro. No dice nada a priori sobre su calidad pero sí sobre cuánto tiempo nos va a demandar y si podremos incluirlo en nuestro plan de lectura. Hay gente que puede comprar un libro, leer dos capítulos y de acuerdo a si le gusta o no, dejarlo. Bien por ellos, yo no soy de esa clase de persona; yo tengo que terminar los libros que empiezo.
Así es que me fijo en su extensión. Si sé que no voy a poder dedicarle el tiempo para terminarlo, prefiero mirar para otro lado, hacer el duelo, cubrirlo con un manto de olvido y dejarlo pasar.
¿Pero qué me pasó con el último eBook que compré? Muy suelto de cuerpo le di “buy” a un libro llamado Made to Break: Technology and Obsolescence in America. Por si les interesa, el autor de este libro recorre el problema de la obsolesencia programada, un tópico que por lo que pude investigar, fue bastante transitado en las movidas anticonsumo de los sesenta, y que yo busqué gracias a este documental [link]. Pero, antes de irme por las ramas, lo que me pasó con este libro es que resultó mucho más largo de lo que en algún momento calcule. Ya molesto por la extensión que se hacía infinita (aunque el libro es 100% disfrutable) me decidí a buscar el número de páginas: 336, un número que no dice mucho, pero con una tipografía que te la voglio dire, chiquita a más no poder.
Entonces, así estamos, remando contra la corriente de un libro extensísimo que fue una bicoca gracias al milagro digital pero que parece no tener fin. ¿Y el consejo? Antes de comprar, mirar la cantidad de páginas en su versión papel, hasta que podamos medir el volumen de texto de manera fiable, imprescindible.