Tuve la suerte de tomarme unos días de vacaciones durante los cuales, además, viajé en avión. Qué oportunidad genial para llevar mi Kindle, pensé, y aprovechar esas doce horitas en el aire para desquitarme con algún libro de la lista de pendientes.
Despaché mi valija y me senté en mi butaca listo para disfrutar. Cuando el vuelo estaba dispuesto para despegar, ya tenía mi respaldo y la mesita en posición vertical. Ahí fue cuando la azafata por los parlantes hizo saber que no estaba permitido durante ningún momento del viaje -eso incluye despegue, aterrizaje y todo lo demás- el uso de aparatos electrónicos. Pasado el despegue, las reglas se relajaron y algunas personas que tenía cerca sacaron sus MP3 o sus Ipads para pasar el rato. Yo me sumé y leí tranquilamente varias horas. Todo bien. El avión no se cayó.
A la vuelta, el equipo de azafatas que me tocó en suerte no fue tan laxo. También prohibieron el uso de todos los aparatos electrónicos pero esta vez se ocuparon de que su directiva fuera respetada. Si te veían con algo prendido, te lo hacían apagar.
Ya conté hace un tiempo un incidente similar que tuve en un banco. ¿Cómo explicarle al vigilante que no soy un agente del hampa y que mi Kindle no es un transmisor sino un simple lector electrónico de libros? Bueno, precisamente: ¿cómo explicarle a la azafata que el Kindle no es un transmisor sino un mero lector que mientras tiene el wifi apagado no realiza ningún tipo de conexión inalámbrica? Es imposible.
Estuve investigando en algunos foros y di con el problema. Las regulaciones internacionales de vuelo dicen que los pasajeros deben apagar todo dispositivo electrónico durante el viaje. Esto incluye a cualquier dispositivo que tenga un interruptor de on/off. Celulares, Ipods, Ipads, radios, Kindles, lo que sea. Pero claro, en el caso del Kindle hay una particularidad. Si bien tiene un interruptor, este es un poco engañoso porque tanto el Kindle como cualquier lector de libros electrónicos con tinta electrónica está permanentemente apagado excepto en el instante en el que “cambia” de página. El aparato no consume energía ni transmite señales electromagnéticas en todo el resto del tiempo. Entonces podemos arriesgarnos a decir que no es un equipo “apagable”.
¿Entonces qué pasa? La directiva está hecha, como en todos estos casos, a prueba de tontos. Todo lo que se pueda apagar, deberá ser apagado. No importa que sea un aparato que no transmita señales. En rigor, muchos lectores de libros electrónicos tienen 3G y casi todos wifi y aunque un usuario avispado puede mantener estas características desactivadas, el usuario despistado puede no tener la más mínima idea tanto de su existencia como de su status on/off. Por eso la ley de hierro, para evitar disputas en un momento y lugar que se supone crítico: mejor no nos pongamos a discutir sutilezas técnicas a diez mil metros de altura. Entonces, mejor, en el avión, papel.
*La imagen es de Sundaykofax y está publicada con licencia CC.