En ese bache temporal que tuve entre el fin de la escuela secundaria y mi primer empleo, leí muchos libros. Fue un período muy prolífico porque tenía tiempo libre; buena parte de él lo pasaba revisando los estantes de las librerías de usados. Compraba casi exclusivamente libros usados y me jactaba de que el que no leía no era por falta de dinero sino porque no quería hacerlo. Ahora, con unos poquitos años más no sé si podría sostener semejante afirmación, pero sí puedo decir que el precio de los libros ya no es un argumento, leer es gratis.
Habrán podido ver un poquito más arriba de estas línea, que agregamos una sección al Club que denominamos “descargas”. Contrariamente a lo que pasa casi siempre con la música, acá “descargas” no tiene ningún matiz ilegal o polémico. Casi casi que podemos decir a los gritos, vayan, descarguen todo lo que quieran.
El caso es que para disfrutar de la música -siempre que no sea leyendo partituras- necesitamos un registro de la ejecución, en cualquier formato disponible. Dado que el hombre concibió la tecnología para grabar sonido recién en la segunda mitad del siglo XIX y los derechos de autor tal como existen hoy, protegen las obras (en favor de sus creadores y sus herederos) hasta 70 años después de muertos dichos creadores, termina siendo poca la música libre de derechos para disfrutar. Todo el patrimonio musical de la humanidad previo al siglo XIX no fue registrado y el mayor volumen de música, que fue creado en el siglo XX, está protegido por la ley de propiedad intelectual. Hace poco tiempo el plazo de protección fue extendido de 70 a 90 años en muchos países, para beneplácito de los rechonchos herederos.
Por suerte para nosotros, la escritura es una tecnología muchísimo más antigua. Podríamos lamentar que se perdieron muchos textos de la época clásica y también de la edad media. Pero lo que se conserva que es muchísimo y es libre. Alguno me dirá que desea leer obras contemporáneas, yo le diré que se fije en los obituarios y que Papá Noel nos va dejando regalitos cada año. Hace cuatro, por ejemplo, entró en dominio público toda la obra de uno de los mayores cuentistas argentinos: Horacio Quiroga y en el 2012 las obras de Roberto Arlt también serán libres.
A veces tenemos el problema de no poder leer a un autor extranjero en su lengua original. A no desesperar, que también hay traducciones libres disponibles, solo es cuestión de buscar. Así que a disfrutar de nuestros readers. Descargar, probar y leer, es gratis.
Mientras tanto, sepan que las obras de Charles Dickens, Domingo Sarmiento, León Tolstoi, Sir Arthur Conan Doyle, Miguel de Cervantes, William Shakespeare, Edgar Allan Poe, Joseph Conrad, Felix Lope de Vega, Oliverio Girondo, Robert Stevenson entre miles, son libres. A descargar.