El reality del Kindle roto (I)

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Las cinco fases del duelo

No quería perderme el atardecer en la playa de Santa Ana, parecido al de otros días, pero hipnótico como para ignorarlo. Apagué el Kindle en el 92% del alucinante “Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos” y lo apoyé sobre una lona en la arena.

La última rayita de sol desapareciendo del horizonte marcaba el momento de irse de la playa. Al juntar las cosas, serían las 9, bajo la pata de una reposera había una especie de sandwich: lona arriba y lona abajo como pan y el Kindle como relleno.

Como en las fases del duelo, primero vino la negación. Intenté postergar lo inevitable, sin siquiera animarme a sacarlo de su estrangulammiento. Cuando lo levanté y abrí la funda me encontré con el salvapantallas de Mark Twain y lo prendí con temor. En la mitad de abajo de la pantalla estaba el texto del libro. En la parte de arriba, sí, la cabellera de Mark Twain permanecía:

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La segunda fase del duelo, que corresponde a la ira, es una pelea familiar combinada con pericias a lo CSI para determinar causas y culpables del asesinato.

Pasada esa etapa se llega a la tercera, negociación. Rituales que mezclan superstición con desesperación. Prender y apagar el Kindle hasta que vuelva a aparecer Mark Twain a ver si se “unifica” (?). Presionar la pantalla en la parte dañada. Presionar en la otra. Nada. Lo inevitable.

El dolor es la cuarta fase. Se repasan todas las alegrías que dio el Kindle 3. Libros inconseguibles por demasiado viejos, por demasiado nuevos o por inéditos, artículos enviados desde la web, anotaciones. Entretenedor de gran parte de mis almuerzos y todos mis viajes, de baños, salas de espera y trámites. Momentos compartidos entre el 12 de enero de 2011 hasta ese infame 13 de febrero de 2014.

Y llega, por fin, la última fase: la aceptación. Tengo que comprar un nuevo Kindle, el único gadget que necesito.

(continuará)